
Trevor Cox, investigador de la Universidad de Salford, Manchester, llevó un pato a una cámara de reverberación dispuesto a acabar con el mito y lo consiguió. Comparó para ello la grabación de la cámara de reverberación (que amplifica los sonidos) con otra tomada en una cámara anecoica (cuyas paredes no devuelven ningún sonido al estar acolchadas) y una tercera grabada frente a una pared. Y se concluyó que en la cámara de reverberación sí se producía un eco apreciable. En la fuente pueden escucharse las tres grabaciones y se comprueba que sí, se emite un eco más que audible.
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